Hombre. Hecho y derecho, frente a mi zaguán. Lo veo a través de la ventana y suenan tambores.
Día tras día deposito sensación, frustración, templanza, dentro de una botella de papel.
Ínfima y leve, espero sentada, tras el vidrio, enferma de búsqueda, siendo todo lo que deseo ser y en el mismísimo instante de acción agobiada por un asma aplastante de 9 libros sobre mi pecho.
Ahogada.
Tal vez algún día pueda respirar en paz.
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