a cortázar
ella
la estatua eterna
se entrega
complaciente
ante el encanto
de un sauce llorón
y sus palmas se inclinan
tímidas al sol
que descubre perlas doradas bajo
sus pómulos
el joven
llora también
mientras aquel sol
le acaricia los brazos
suspiro ahogado
en lo alto de la montaña
le sonríe
es ella
coronada
de margaritas
besando
cada uno
de sus poros
lo mas puro del amor
acechando
la muerte
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