viernes

12/12

Hoy es doce de diciembre y soy incomprensible. Veo a alguien que no conozco, pero lo tengo en mí todo el tiempo. Las casualidades, ¿qué onda? Dormir, comer, cojer con la verguenza y el miedo, que son parte de mí. Quiero dejar de hablar  de la imposibilidad, del relieve, de juzgarme bajo la palabra. ¿La palabra de quién? ¿Qué palabra podría intentar definirme cuando la palabra es invención? Ni siquiera esas que son tomadas como lo performativo me definen. Quiero dejar de hablar de la imposibilidad y des definirme. Si la palabra es invención entonces inventemos. Inventemos que yo soy eso que esperás; inventemos juntos mi discurso. INVENTEMOS. Total la palabra es invención, todo es invención. Si hoy está acá y mañana ya no. Si hoy soy MIEDO, mañana puedo ser COSA o repetición. Puedo ser lo que quiera porque, primero y principal, la palabra NO ME DEFINE, esos adjetivos que devoro de noche en mi cabeza, mientras duermo, no-me-definen. Y segundo, qué persona, qué ente, que HOMBRE, podría definirme, delimitarme, desdibujarme, acorralarme, boquearme de ganas de no hablar más de esto. Nos interesa lo que no nos define, los que siempre, siempre, tienen algo más para decir, siempre, el que busca encuentra, siempre. Entonces sí, la casualidad es que no nos conocemos entonces no podemos definirnos, o tal vez sí, desde lo impensable del encuentro. Pero sigue siendo invención, aunque ésta invención no me limita, sino que me expande, me da la posibilidad, la aparición, de ser eso que quiero ser, más allá de la palabra, significado, significante y la IMAGEN. Repulsiva delimitación.

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