este es un poema
para mi cuerpo que no elegí
pero que me tocó
a mis piernas redondas de montañas atravesadas
a mis pies que sueñan paisajes japoneses
aunque despiertan en el hemisferio sur
un festejo a la fealdad de mi rostro
cuando me descubro a la madrugada
hablando en voz baja
rezando palabras de amor
unas pocas disculpas a mi panza
por las palabras de compañera envidiosa
una reverencia a mis ojos
de color acuoso y pestañas de vaca
que tanto saben mirar
una gracia a mi boca
y a mi histeria alimenticia
una muestra de amor
a mi espalda surcada de lunas
y estrellas
una reverencia a mis lineas
a mis pasos
a la conversación de mis pechos
y al tambor de mi corazón
al despropósito de mis tobillos
y a la cercanía de mis cejas
a la curva de mi nariz boxeadora
y al rictus de mi espera
un elogio a mis extremidades
de tan cortas
tan graves
este es el final de una novela
una puerta cerrada a una espera
una espera de otra
una de plástico
caucho de chicle gastado
envasada en telgopor
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