domingo

No me gusta sentirme incómoda frente a la irremediable búsqueda ajena.
Están sentados, como en un jardín trivial, repasando los resúmenes de su excitante invocación al odio ajeno.
Yo percibo el instante mismo en donde todo deja de ser tinta y se transforma en palabra: querido, no necesito de tus instigaciones para penetrar esta convivencia hostil.
Una forma de sondear pausada, sin repasos.
Me gusta esa puteada sincera y voraz.
Es simple y más vulgar, no me pienses en discursos.

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